Técnica facilitada por:
La presente técnica
de meditación tiene la finalidad de hacer consciente la mágica y sagrada unión,
entre los tres aspectos manifestables y tangibles del Ser, en los tres planos,
el físico, el morontial y el cósmico. Cuyo principal objetivo es la unicidad y
entrega mutua. Es decir, alcanzar la totalidad que forman la Mente, el Corazón
y el Cuerpo.
Cada uno de estos
aspectos, como sabemos, ocupa un lugar en la trinidad, siendo la relación
simbólica del aspecto Mente, la fuerza espiritual del Padre, y su naturaleza y
forma de expresión, el Poder. Siendo la relación simbólica del aspecto Corazón,
la fuerza espiritual de la Madre, y su naturaleza, así como su forma de
expresión, el Amor. Por último, la relación simbólica del aspecto Cuerpo, está
vinculada a la fuerza espiritual del Hijo/Hija, cuya naturaleza esencial y
forma de expresión, es la Luz.
Sólo a través del
Consenso entre estas tres fuerzas espirituales, fluye la Vida y el Ser aparece
como entidad evolutiva.
Cada uno de
nosotros, así como el propio Cosmos, ha tenido que dotar a estos aspectos de
sabiduría, a través de la experiencia. Como consecuencia de esta maduración, es
el momento de que conozcan sus capacidades de evolucionar, pero ahora como
unidad indisoluble. Cada aspecto individual con su propia identidad, pero
formando un único Ser, con una única intención.
Iniciaremos el
proceso de activación, de forma ascendente, para que una vez alcanzado el plano
cósmico, volvamos al físico y anclemos la trinidad espiritual en la materia. De
este modo, reflejaremos lo superior en lo inferior y todo se convertirá en UNO
nuevamente.
(pausa)
Comenzamos…
Nos colocamos en
nuestro espacio sagrado…
Cerramos los ojos…
Relajamos el cuerpo,
comenzando por las extremidades, tronco y cabeza…
Nos conectamos con
nuestro ritmo de respiración y con nuestro Corazón Sagrado…
Sentimos como
nuestra esfera de conciencia, penetra dentro del Corazón, abriéndose paso
lentamente…
Solicitamos la
presencia de nuestro Séquito de Luz y visualizamos como nos acompañan estos
magníficos seres en este precioso y mágico viaje…
Un increíble y
poderoso haz de luz aparece proyectado desde lo más elevado de nuestro Ser y se
instala asimismo en nuestro corazón. Es la voluntad de nuestro Ser Superior.
Continuamos conectados al ritmo de
nuestra respiración…
Ponemos toda la intención en relajar
todos los músculos del cuerpo…
Y entrar en un estado de total relajación…
Seguimos respirando…
Concentrados y en silencio…
Para alcanzar un estado de meditación
profunda….
(pausa)
En primer lugar y desde el plano físico
de la vida actual, nos visualizamos cuando éramos jóvenes, entre los 20 y los
35 años. Si aún no tenemos esta edad, nos visualizamos con la edad actual. En
la etapa de la juventud se consolida nuestra personalidad, es la cúspide de
nuestra progresión como personas.
Ahora, es el momento de sentirnos
potencialmente como el fruto de la unión de nuestros padres, somos el aspecto
Hijo o Hija de la trinidad familiar.
Con gran gratitud en nuestro Corazón,
vamos a sentir como nuestros progenitores se acercan a nosotros. Podemos mirar
a nuestra Madre a los ojos y saber que nos ama incondicionalmente, en su mirada
no hay más sentimiento que el de Amor puro.
Sonreímos a nuestra Madre agradecidos…
Ahora miramos a nuestro Padre,
observamos como con caballerosidad y sumo respeto, sostiene la mano de Ella,
está lleno de orgullo. Siente una gran paz y un gran Amor por nosotros.
Le sonreímos agradecidos…
Ante estos sentimientos, percibimos como
nuestro cuerpo se ilumina intensamente y desde esa plenitud, nos unimos en
armonía los tres, expresando desde lo más profundo de nuestro Corazón, la
gratitud más intensa jamás sentida.
Con este acto, le acabamos de dar su
lugar a nuestra Madre y Padre y como consecuencia, a nosotros mismos.
Un gran flujo de intensa luz rosada,
fluye a través de nuestros corazones, produciendo una fuerte unión indisoluble.
Respiramos profundamente y sonreímos…
El consenso se ha activado en este plano
y ahora a través de él, podemos acceder al plano superior, el de la vida del
Alma, en el que podremos activar así mismo sus tres aspectos.
Sentimos como todo nuestro Ser se eleva,
penetrando en las profundidades de nuestra gran Alma.
Respiramos profundamente…
(pausa)
Ahora conscientes de
nuestro Corazón Sagrado, observamos como en él aparece una sencilla puerta de
Luz. La cruzamos y al hacerlo, aparecemos en un lugar cálido, estamos rodeados
de flores que emanan aromas entrañables, que provocan que nuestra Alma se
sienta más alegre que nunca. Estamos en nuestro verdadero Hogar.
Le solicitamos al
Ser que nos muestre a nuestro aspecto mental, a esa sabiduría que encierra como
aspecto Padre con su naturaleza de Poder.
Observamos como ese
aspecto se acerca y se sitúa enfrente…
Nos permite que le
conozcamos mejor, mucho más profundamente. Reconocemos a nuestro aspecto
masculino, con su potencial creador, con sus atributos organizativos, con una
gran fuerza de voluntad, con una gran capacidad emprendedora, pues es esta su
forma de expresarse.
Tal y como sintamos
esas energías, así es nuestra Mente…
Le miramos
directamente a los ojos y disfrutamos del momento.
Estamos en perfecta
comunión con nuestro aspecto mental, con nuestra capacidad como Padre, esa que
hemos expresado a lo largo de todas las vidas de nuestra Alma.
Disfrutamos del
momento…
(pausa)
Ha llegado el
momento de conocer a nuestro aspecto femenino, a nuestro Corazón, con sus
atributos como Madre…
Aparece ante
nosotros, esa conciencia adquirida a lo largo de nuestras múltiples vidas… Sentimos
todas esas experiencias que nos han nutrido de amor y de sabiduría…
Ella, se acerca
emanando todo el Amor que es capaz de entregar. Se sitúa ante nosotros, la
observamos para conocerla mucho mejor…
La miramos
profundamente a los ojos y disfrutamos del momento en el que la comunión con
nuestro aspecto femenino se ha materializado…
(pausa)
Por último, vamos a
conocer a la manifestación Hijo/Hija de nuestra Alma…
Se nos acerca y
también se sitúa ante nuestra mirada. Podemos contemplar con admiración, el
fruto de la alianza entre nuestra Mente y nuestro Corazón. Tenemos ante
nosotros al reflejo de la Consciencia de nosotros mismos, de quienes somos…
Nos visualizamos,
mirándole detenidamente y sintiendo como fluye la comunión entre ambos.
Disfrutamos del momento…
(pausa)
De repente, las tres
fuerzas se unen definitivamente para formar la sagrada trinidad vibrando en
nuestro Ser.
Con perfecta entrega
y Amor, entrelazan sus manos y en ese instante, estalla en nuestro Corazón la
fuerza de la unicidad, generando un poderoso haz de Luz que nos ilumina
poderosamente.
Respiramos
profundamente y sentimos la maduración de nuestra Alma…
La Trinidad está
activada…
(pausa)
Ha llegado el
momento de acceder al plano cósmico, ese lugar de absoluta Consciencia en el
que se sostiene la Sagrada Familia Espiritual, la misma que se brinda a todos
nosotros como referente para ser alcanzada su sabiduría.
Ante nosotros
aparece el Padre, el portador de la Mente Cósmica, el Poder en sí mismo por y
para la Totalidad.
Su mirada es intensa
y penetrante, en ella sólo hay verdadera humildad y misericordia. Su haz es de
ternura, comprensión y perseverancia. Sus manos, finas y llenas de cariño,
cogen las nuestras, mientras nos miramos a los ojos y sentimos todo su
potencial. Nos hacemos conscientes de que su verdad no es la exigencia, ni el
juicio ni la condena, todo eso no pertenece a su Ser.
Pues este Ser, nos
ofrece una gran seguridad, serenidad y paz de espíritu.
Todos sus mayores
atributos nos son conferidos…
Nuestro aspecto
Mente es ahora un reflejo de la suya. Sentimos la gran liberación que se
produce. Sentimos como la Luz de la Mente se expande en todo nuestro Ser y sin
objeción, se une a la Mente Cósmica.
Respiramos
profundamente y asimilamos en nuestra mente la vibración del Padre.
(pausa)
Un halo de belleza y
generosidad nos envuelve, podemos incluso percibir un apreciado perfume de
flores entre el que podemos distinguir el aroma de rosas. La vibración es tan
amorosa y envolvente que podemos sentir como su magia nos conecta con todo
aquello que la mente no es capaz de percibir…
Sentimos y a través
del sentir sabemos. Es fácil identificar esta sagrada fuerza espiritual, sólo
Ella, la Madre es capaz de amarnos con esta intensidad, sin más, sin
condiciones ni ninguna objeción.
Su Corazón es tan
inmenso que todo Ser tiene cabida en él, sin excepción…
Sentimos como nos
abraza intensamente y nos muestra la grandeza de su Ser…
Todos sus atributos
nos son conferidos. Nuestro Corazón, ahora es el reflejo de su Corazón, ambos
son Uno. Sentimos como el Corazón Divino se expande en nuestro Ser y nos une
con un vínculo indestructible a la Madre.
Respiramos
profundamente y nos permitimos integrar este profundo sentimiento de Amor en
nosotros.
(pausa)
Por último, aparece
ante nosotros el Hijo/Hija Cósmico…
Es el fruto de la
sagrada unión del Padre y la Madre, es el aspecto más elevado que existe, pues
este Hijo, trae consigo la perfección del Padre y la belleza y pureza de la
Madre. El Hijo/Hija es el reflejo de la Belleza-Perfección de sus progenitores.
Nos muestra la gran
gratitud que siente por el Padre y la Madre, como dadores de vida. Comprende y
reconoce el sacrifico que ambos han realizado para que él/ella, el Hijo/Hija,
haya alcanzado el estado perfecto de Poder-Amor y Luz, jamás antes conocido en
todo el Universo.
Sentimos como
nuestro Ser y el del Hijo/Hija Cósmico se fusionan…
Una penetrante
vibración se expande alcanzando todo los rincones de nuestro Ser y de nuestra
existencia.
Es entonces cuando
los sagrados y divinos padres se nos acercan para decirnos algo:
Bienvenido y bien
amado seas, Hijo e Hija de todos los Humanos, que el latido de su Corazón
llevan, en sus perladas manos. Bienvenido y bienhallado seas, Hijo e Hija que
sabe, conoce y expresa, todo lo que la Luz de Él y Ella, sostiene en su
precisada esencia. Bienvenido y bienencontrado seas, Hijo e Hija que un buen
día, surgiste de lo más profundo de las mareas, que en tu bello signo sostienes,
todo aquello con lo que tus padres sueñan. Bienvenido seas Hijo e Hija de las
Estrellas.
Tras estas bellas palabras
de bienvenida, nuestro Ser acepta y ama todo lo que de la evolución ha traído
consigo. El pasado de la humanidad está saldado, la consciencia hace que toda
experiencia sea aceptada e integrada como el mayor exponente de sabiduría.
Sentimos la Paz instalada en lo más profundo de nuestro Corazón. Sentimos el
Poder y el Amor fluyendo en armonía, sentimos la Iluminación de nuestro Ser.
Nuestro Cuerpo de Luz está activado. Los tres Universos de experimentación se
han completado.
Ahora sabemos que
nuestro proceso evolutivo va mucho más allá de la unicidad de la Trinidad.
Pronto, muy pronto sentiremos que a través de la integración, podremos
continuar la vida, desde un prisma más elevado.
Anclamos ese
sentimiento y damos las gracias a todos los implicados en el proceso evolutivo
de nuestro Universo.
Sentimos
profundamente la gratitud jamás sentida. Somos seres libres que continúan su
camino en perfecta paz y armonía.
Disfrutamos del
momento…
(pausa)
Renovados
completamente, conscientes de que la Trinidad está activada y anclada en todos
los planos, es el momento de regresar a nuestro cuerpo… trayendo con nosotros
ese estado superior que hemos alcanzado.
Tomamos conciencia
de que somos el reflejo del Hijo e Hija Cósmico, somos el fruto sagrado de Él y
Ella.
Visualizamos nuestro
Corazón Sagrado y desde ahí vamos volviendo…
Poco a poco…
Sentimos las
extremidades…
El tronco y la
cabeza…
Nos conectamos
también con la Tierra…
Y lentamente vamos
abriendo los ojos…
TEMPLE INANNA
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