Técnica facilitada por:
El objetivo de esta
preciosa meditación es el de iniciarnos como humanos conscientes de nuestro
Padre y Madre Divinos y de este modo ofrecernos en gratitud y entrega a estos
grandes seres, quienes representan la más sagrada fuente de la creación de
nuestro Universo. La conexión con la Luz del Padre en su propio Hogar, va a
aportarnos una sustancial seguridad de que Todo átomo de su Creación está
protegido por Él, con todo su Amor y la Gracia que se desprende de su inmenso
Corazón. Una vez sepamos el camino, podremos acudir siempre que lo necesitemos
y así, siempre en el Silencio de su Templo, obtendremos una respuesta.
Tras la Iniciación
en el Templo del Padre, podremos acudir al increíble y hermoso Templo de la
Madre, ese espectacular Hogar, que acoge a toda Vida en el Universo. Tras
habernos sumergido en sus aguas purificadoras, vamos a poder sentir el flujo de
Amor más intenso, de tal magnitud, que nunca más podrá albergar en nosotros,
ningún sentimiento de desamparo, pues sabremos que la calidez de su abrazo, va
a estar ahí siempre para tranquilizarnos.
Esta mágica visita a
los templos sagrados, va a potenciar nuestra gran voluntad de ser quien somos,
pues a través del amor de los padres divinos, tendremos la certeza de que el
Amor Incondicional que emanan, es una cualidad esencial que cada uno de
nosotros vamos a conseguir expresar, por y para el bien de toda la humanidad,
así como de todo tipo de vida, que comparte con nosotros este Gran Hogar que es
el Universo en el que evolucionamos.
Comenzamos…
Nos colocamos en
nuestro espacio sagrado. Cerramos los ojos. Relajamos el cuerpo, comenzando por
las extremidades, tronco y cabeza. Solicitamos la presencia de nuestro Séquito
de Luz y visualizamos como nos acompañan estos magníficos seres en este
precioso y mágico viaje. Un increíble y poderoso haz de luz aparece proyectado
desde lo más elevado de nuestro Ser y se instala asimismo en nuestro corazón.
Es la voluntad de nuestro Ser Superior.
Continuamos conectados al ritmo de
nuestra respiración. Ponemos toda la intención en relajar todos los músculos
del cuerpo. Y entrar en un estado de total relajación.
Seguimos respirando, concentrados y en
silencio, para alcanzar un estado de meditación profunda….
(pausa)
Ahora nos unimos al
latido del corazón. Nos visualizamos a nosotros mismos dentro de nuestro
corazón sagrado. Es entonces, cuando nuestro Ser Superior, nos muestra el
camino que se encuentra en esta gruta sagrada. Si prestamos atención podremos
apreciar una pequeña abertura en la roca.
Sin dudarlo,
atravesamos la abertura para descubrir lo que hay al otro lado de la roca.
Una intensa luz lo
invade todo. Si miramos al suelo, veremos que ante nosotros se abre un camino
repleto de piedras blancas.
Podemos incluso
escuchar el sonido de los guijarros mientras caminamos sobre ellos y la poderosa
Luz reflejándose en todo nuestro Ser.
A cada lado del
camino nos damos cuenta de que precioso árboles frondosos y llenos de flores y
frutos, dan color y aroma al paseo. Disfrutamos de este paseo primaveral.
Advertimos como
Nuestro Ser Superior, que va unos pasos por delante, se gira y nos mira para
ofrecernos una sonrisa. Tanto él como nuestros guías se sienten especialmente
alegres por lo que va a suceder.
A pocos pasos de
donde nos hallamos observamos que aparece un tranquilo Lago de aguas dulces. Al
acercarnos a su orilla, vemos como la cristalinidad del agua nos permite ver
perfectamente las profundidades del Lago. Para nuestro asombro, el suelo está
repleto de cromáticos granos de arena que hacen que el agua vibre en todos los
tonos. Se trata de un Lago de purificación. Nuestro Ser Superior, nos pide que
nos sumerjamos en las aguas. Cuando lo hacemos, advertimos que son aguas no
mojan. Al penetrar en el Lago una serenidad digna de este lugar celestial,
invade con fuerza nuestro corazón.
Disfrutamos del
momento.
(pausa)
Salimos del agua y
lentamente volvemos al camino de piedras blancas. Tras haber caminado unos
pocos pasos, podemos ver frente a
nuestros ojos, una gran cumbre, la cumbre de una increíble montaña. El camino
nos conduce a ella. En la base de la montaña hay una construcción circular. Tiene
grandes ventanales, hechos con cristales de colores. Y una gran puerta dorada.
Alegres y dispuestos, nos dirigimos al Templo que se abre ante nuestro corazón.
Cuando llegamos a él
observamos que es Christo quien nos abre la puerta. Aprovechamos para darle un
fuerte abrazo, Él al mismo tiempo aprovecha para darnos la bienvenida. Sus ojos
nos inspiran todo el amor que siente por la humanidad. Le damos las gracias por
ello.
Nada más entrar en
el Templo, topamos con antesala circular, cuyo suelo es de mármol, en colores
blanco y negro, que dibujan una gran cruz. Identificamos la cruz con lo que
conocemos como la cruz de malta. Aprovechamos para contemplar la belleza del
lugar. Las ventanas, con sus vidrios de colores hacen que la luz tenga un
brillo muy especial. En el centro de la cruz se proyecta un poderoso e
increíble haz de Luz. Ese haz de Luz, proviene de la cumbre de la montaña. Es
Luz Divina enviada por el propio Creador. Estamos impresionados por tener la
oportunidad de alcanzar este sagrado lugar por vez primera.
Tal y como nos
indica nuestro Ser Superior, nos colocamos bajo la fuente de Luz. Y tal y como
lo hacemos, sentimos como su vibración penetra en cada poro de nuestro Ser, en
cada célula, en cada átomo. Estamos emocionados. Nos quedamos sintiendo… Sólo
tenemos que sentir…
Nuestro Ser Superior
nos indica que ya estamos preparados para entrar en el lugar más sagrado de
este templo. Observamos que hay tres escalones que nos van a llevar al interior
de esta montaña. Cuando subimos los escalones y entramos, vemos como desde lo
más alto descienden aguas por las paredes, se trata de agua sagrada. Bebemos de
ella.
Cuando nos damos la
vuelta, vemos que en el mismo centro se alza una peana de cristal. Encima de la
peana hay una enorme rosa, hecha de rosas de muchos los colores. Si continuamos
observando los detalles, nos encontramos que suspendida en el aire, hay una
espada de cristal que descansa sobre la energía que desprende la Rosa. Alrededor
de la peana están quemando los siete fuegos de creación. La luz de los fuegos
es la que ilumina toda la gruta.
Ahora vamos a
prestar atención, pues tras la Rosa va a aparecer el Creador de este Universo.
Tiene algo que decirnos. Y también un regalo que darnos.
Vemos a alguien
acercarse, permitirnos sentir la conexión con este grandísimo y amoroso Ser,
desde lo más profundo de nuestro corazón.
Es el momento de
comunicarnos con el Padre Celestial. Nos quedamos sintiendo este especial
momento y permitimos que la comunicación fluya libremente.
Ahora conocemos el
camino. Siempre podremos volver a este templo y Él siempre estará aquí
esperándonos. Con esa confianza y sintiendo el tremendo Amor que este Ser tiene
por todos nosotros, salimos de este lugar sagrado. Volvemos al recinto circular
y al salir por la puerta, Christo que nos ha acompañado en todo este camino,
nos muestra que hay otro sendero que nos va a llevar junto al Templo de la
Madre Divina.
Le seguimos.
Caminamos de nuevo por el camino de guijarros. De repente, campos de flores muy
diversas se abren ante nuestros ojos. Los aromas que nos envuelven nos
transmiten una poderosa energía, plagada de ternura y alegría. Podemos incluso
sentirnos niños, la pureza y la inocencia, se convierten en un generoso halo
que nos envuelve y nos recuerda nuestro origen esencial.
Nuestro Ser Superior
nos indica que aquello que podemos ver a pocos metros de donde nos encontramos,
es el Templo de la Madre.
Toda su apariencia
es de un blanco inmaculado, su techo está cubierto por hermosas cúpulas
plateadas y todo el conjunto, decorado con vidrieras de colores que crean un
paisaje de flores que lo envuelve todo. Advertimos que el edificio no tiene en
ningún caso una sola línea recta, toda su estructura está creada con formas curvas,
que nos recuerda a las geniales obras de Gaudí.
Antes de acceder a
la puerta del Templo, nos topamos con siete pequeños lagos. Uno es de color
azul, otro es rosa, otro es blanco, otro dorado, otro más violeta, el siguiente
es verde y por último está el lago color índigo. No es necesario que nadie nos
diga que tenemos que sumergirnos en todos ellos. Como antes sucediera, nos
damos cuenta que las aguas no mojan pero si nos invaden de serenidad y de una
gran templanza, la misma con la que vamos a penetrar en el templo.
Nos bañamos en los
siete lagos tomando conciencia de la purificación que estamos recibiendo.
(pausa)
Ahora, nos dirigimos
a la puerta, se trata de una gran puerta plateada. De nuevo nos encontramos con
Christo, es Él quien nos abre esta puerta. Entramos a la antesala que también
es circular, pero aquí tenemos un suelo que parece un tablero de ajedrez. Todo
está lleno de cuadros de mármol en blanco y negro, algo que refleja la dualidad
manteniendo un perfecto equilibrio en sí misma.
La Luz entra a través
de las vidrieras de colores. Christo nos acompaña hacia el lugar más interno y
sagrado. Cuando accedemos a él, vemos como dentro de esta gruta, enfrente
nuestro y a través de la roca, se puede ver todo el Universo. Nos quedamos
extasiados mirando cómo se mueven las estrellas, los planetas, las galaxias…
Este lugar es una mágica ventana al Cosmos.
Porque Ella es el
Universo…
Podríamos estar
horas contemplando aquello que se ve desde la ventana…
Nos quedamos unos pocos
segundos…
(pausa)
En el centro del
Templo, la Madre, también tienen una gran rosa y esta gran rosa, es la que sostiene
nuestro planeta. Vemos como la Tierra está sostenida sobre la fuerza de la
energía que desprende la Rosa, flotando en su mismo centro.
En este preciso
instante, la Madre Divina hace su entrada. Escuchar lo que tiene que decirnos.
Nos va a entregar algo. La Madre siempre está con nosotros. Y ahora además
sabemos dónde está su Hogar. Siempre tiene las puertas abiertas. Podemos volver
siempre que queramos y sentir su tierno abrazo que nos llenará de amor y paz.
Sentimos como
mientras la abrazamos, nos vienen recuerdos agradables de nuestras etapas como
niños, sabemos que estamos en los brazos más dulces que seamos capaces de sentir.
Disfrutamos de este
instante…
(pausa)
Es el momento de salir
del templo para volver al camino de piedras blancas. Por ese camino regresamos
a la abertura que esta vez nos devolverá a nuestro corazón sagrado. Hemos
vuelto a casa, a nuestro propio hogar. Somos conscientes que desde aquí, podemos
alcanzar estos sagrados lugares siempre que queramos.
Es el momento de finalizar
la meditación, sintiendo una profunda gratitud por todos los Seres de Luz y
Amor que sirven al Plan Divino y que nos sostienen y ayudan en nuestro camino
evolutivo, pues todos formamos parte del cosmos.
Tomamos conciencia de nosotros mismos
otra vez e integrados en la nueva vibración, es el momento de regresar a
nuestro cuerpo.
Poco a poco, sentimos como
regresamos.
Sentimos las extremidades, el tronco
y la cabeza, nos conectamos también con la Tierra… Y lentamente podemos ir
abriendo los ojos…
TEMPLE INANNA
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